Dormir en una habitación propia desde una infancia temprana potencia la autonomía e independencia de los niños, a la vez que estimula una alta autoestima y la seguridad en sí mismos.
Los niños que duermen con sus padres pueden sufrir trastornos del sueño y del desarrollo. Todos los niños han sentido en alguna ocasión la necesidad de dormir con sus progenitores, y qué padre no ha cedido a esa maravillosa experiencia de compartir la cama con sus hijos.
Qué es el colecho? Es el término que se da en sicología , colecho o cama familiar es una práctica en la que bebés o niños pequeños duermen con uno o los dos progenitores, puede ser practicado en la misma cama, en camas continuas o, cama y cuna unidas.
El estudio advierte que los niños que duermen en la misma habitación que los padres descansan mucho peor que los que lo hacen en una habitación separada, y ello tiene consecuencias negativas tanto para los pequeños como para los padres
Cuál es la mejor edad para que los niños duerman solos?, El dormir solo es una necesidad que también se aprende. Lo ideal es que entre los tres y los seis meses de edad el niño ya esté durmiendo solo o con sus hermanos. Para los niños eso significa dar un paso a la autonomía; para los padres es recuperar intimidad. Cuanto antes se haga más fácil será llevar a cabo el aprendizaje.
¿Qué hacer cuando nuestros hijos quieren dormir en la cama con nosotros?
La clave reside en evitar la sobreprotección y en ser flexibles en función de las necesidades de nuestros hijos a la hora de adaptarse a descansar solos.
No obstante, ciertas pautas, recomendadas por la psicóloga Carla Valverde, pueden ayudar a que el niño duerma en su cama, si es lo que los padres quieren:
1- Preparar el terreno para que el niño vaya a dormir. Se pueden prevenir interrupciones del sueño durante la noche si se llega a la cama con la digestión hecha, se evitan comidas copiosas y actividades físicas estimulantes, se modera la ingesta de líquidos y se crea un entorno agradable (temperatura templada, cama cómoda).
2- Generar el hábito de dormir en su habitación a temprana edad facilita el proceso de adaptación. Se trata de que el niño/a tenga claro cuál es su lugar para dormir. Cuanta mayor coherencia exista en este sentido, más fácil será crear este hábito.
3-Fomentar cierta rutina a la hora de ir a dormir ayuda a que el niño/a pueda anticipar lo que ocurrirá antes de que se produzca la separación para irse a la cama. Ponerse el pijama, lavarse los dientes, contar un cuento, cantar una misma canción, caricias, besos y mimos. De esta manera, se ayuda a que el niño/a aprenda a diferenciar cuando es el momento de estar con los adultos y cuál es la hora de irse a la cama.
4-Objetos quitamiedos que tranquilizan. Un peluche muy querido, una foto de papá y mamá, una mantita muy suave, o dejar que algo de luz entre en la habitación (puede ser una veladora o una luz de pasillo que indirectamente ilumine el dormitorio o su camino al baño en la madrugada), puede ayudar a los niños a lidiar con sus miedos cuando se queden a solas en la habitación.
5 –Evitar ceder la cama. Si ante temores, pesadillas, despertares por diferentes motivos (malas digestiones, sed, necesidad de ir al baño) el niño/a acude a la cama de los padres y se lo permiten, se transmite el mensaje de que es posible dormir con ellos en determinadas circunstancias. De este modo, existe el riesgo de que el niño/a adopte el hábito de dormir con los padres. Una vez lograda la independencia, los padres no pueden volver a atrás, lo que causaría desconcierto en los niños, ante la falta de consistencia de las medidas de sus padres.
6-Fomentar la autonomía del niño/a a lo largo del día. Resulta positivo ayudar a los niños a hacer actividades propias de su edad por sí mismos (vestirse, comer, ordenar su habitación) para que adquieran autonomía y confianza en sus propias capacidades. Aprender a convivir con momentos de soledad a lo largo del día, sin la supervisión y presencia de adultos, previene el exceso de dependencia en los pequeños, lo que aumenta su tolerancia a la hora de dormir solos.
7-Retirar los apoyos a la hora de dormir solos de manera progresiva. Es recomendable avanzar paso a paso hacia la meta de que los pequeños duerman toda la noche en su habitación. Existen varias opciones en este sentido, como en el caso de la transición de recostarnos con el niño, sentarnos a su lado, acordar un tiempo para despedirnos o quedarnos un rato en la puerta, en lugar de todo el tiempo a su lado.
8-Ayudar a afrontar los miedos a la hora de irse a la cama. Inventar un cuento con un final en el que se salga vencedor ante una pesadilla, que el niño corra a la habitación oscura, que mire debajo de la cama, abra el ropero , a pesar del temor que le puede generar, con las consiguientes felicitaciones de los adultos. Ayuda mucho si acompañamos al niño a hacer un dibujo del monstruo que lo atemoriza y luego dibujarse venciéndolo con una estrategia que ha inventado .
9-Analizar y detectar si existen en la vida del niño factores de estrés de carácter significativo que dificulten su tranquilidad e incidan en que no pueda conciliar el sueño al quedarse solo.
10-Crear momentos de unión en familia fuera del dormitorio. Si la separación del grupo familiar es la dificultad para renunciar a ese momento para irse a la cama, puede resultar útil para superarlo crear estos ratos en otro lugar de la casa antes de ir a dormir, como en el sofá. De ese modo, el hecho de dormir separados no supone una renuncia a los momentos de unión y afecto familiares.
11-Confiar en que el niño lo conseguirá y darse cuenta de la importancia de que nuestro hijo crezca. La actitud de confianza, y de reconocimiento constante de los padres a los logros de sus hijos, son la clave para transmitirles que son capaces de dormir solos.
12-Favorecer un vínculo positivo con los niños. El exceso de inseguridad y temores puede deberse a que la relación de apego con los progenitores esté establecida de forma inadecuada. Por ello, los padres pueden plantear formas de favorecer una vinculación sólida y segura con sus hijos, que les permita explorar el mundo y estar tranquilos en su cama para abandonarse al sueño reconfortante con toda la familia necesita.
Es importante tener en cuenta que la circunstancia de haber pasado una cuarentena debida a la amenaza de una enfermedad de consecuencias desconocidas, trastocó rutinas y alteró la vida familiar, volviendo a los padres más sobreprotectores y permisivos. Es hora de replantear nuestras actitudes y retomar los objetivos que tenemos: hacer de nuestros niños seres seguros de sí mismos y autónomos. Un trabajo de tiempo completo.